
Llover llovió, pero no todo el tiempo ni tanto como quería el bicampeón. Y es que las cosas son como son y Mónaco no sólo vive del olor a gasolina, el arreglo de los pinchazos o la grasa de taller. Así es que, a ratos, el
sol se alió con la parte más
glamurosa del principado y a Alonso le hizo el neumático un lío. No sabía si ponerse el de seco o el de mojado, encima
pinchó y
empitonó a otro bólido cargándose el parachoques al intentar
adelantar en raya contínua, y de una parada prevista se pasó
tres veces por Talleres Renault. Al final, décimo, y gracias.
Que no gane
Fernando tiene maldita

la gracia, pero que lo haga
Hamilton es como un chiste de Lepe contado por un tío de Londonderry. Pero es lo que hay.
Lo que toca ahora es que los mecánicos de la Renault limpien bien las bujías y no olviden los parches para los pinchazos antes de que el asturiano salga por esos circuitos de dios.
¿Lo de Valencia será como lo de Mónaco?. En todo, mi pregunta es en todo.
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