Descolocados por la camiseta.Será porque los rusos son más rojos que nosotros, pero el caso es que de vestir de grana y oro frente a los italianos y salir por la puerta grande, contra los rusos pasamos del grana al oro sin que nos llegue la camisa al cuello. Amarillo -¡madera-madera!- no, oro. Como el que voló a Moscú.
Estamos convencidos de que podemos ponernos las supersticiones por montera y sacar adelante las semis. Así sea.

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