-Hermandad se llama. Y sí, de momento se sigue celebrando la comida.
-A ver si este año me organizo y voy yo también.
-Nos darías una alegría, de verdad. Tengo localizados tus teléfonos, te avisaremos.
-No dejes de hacerlo. Recuerdos para todos.
-Un abrazo, nos vemos.
Este, poco más o menos, es el final de la conversión telefónica que servidor mantuvo con Pepe Charli. Hacia años que no hablaba con él y ha tenido que ser un suceso triste el que nos volviera a poner en contacto.
Colocamos a este monovero autoexiliado en la capital en la columna de los caballeros. Este quiere Hermandad.
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