La noche del 31 de octubre, de cada
31 de octubre, se celebra la
fiesta de Halloween, que viene a significar algo así como
La Víspera del día de Santos. Parece ser que es un invento
Celta asumido por los EE UU, y de allí exportado al resto del mundo. Nosotros, que somos más de celebrar y recordar el día de la muerte que el del nacimiento, nos centramos en el día de Santos, de todos los Santos, y de los difuntos, que por ahí anda también el día.

La fiesta de Halloween, no obstante, ha calado en
España como si fuera nuestra de toda la vida. Supongo que más por la fiesta que por el Halloween, que ya se sabe que no hay fiesta que se nos resista. Aunque la
Iglesia advierte que la dichosa fiesta tiene un "trasfondo de ocultismo" sobre el que nos previene.
Lo suyo es que esa noche nos
disfracemos con atuendos tenebrosos, siniestros y misteriosos (por favor, olvidar los disfraces de Hawayanos y de los Picapiedra). El objetivo es provocar
miedo, pánico, terror...por eso es conveniente llevar el rostro oculto, para evitar descojonamientos.
¿Y cómo qué no estamos en edad?. La foto que acompaña este comentario es de hace un par de años y os aseguro que sé quién se esconde bajo los disfraces.
No son niños.