
Experiencias traumáticas o dolorosas podrían desaparecer de nuestro cerebro gracias a una pequeña molécula que eliminaría las evocaciones dolorosas dejando el resto de nuestra memoria ilesa. De momento, se ha logrado con ratones. Un primer paso para obtener medicamentos antirecuerdos.
No es que lo estén estudiando para nosotros, pero es una posible aplicación. La cosa consistiría en que cada uno de nosotros -juntos o por separado- nos tomásemos una de estas píldoras. Efecto: perderíamos buena parte del disco duro pero conservariamos los recuerdos más placenteros y agradables. ¡Qué salga lo malo y entre lo bueno!. Sería como barrer la maleza y conservar las rosas. Quién sabe, igual repescamos el espíritu de los veinte años y celebramos una Hermandad en condiciones. ¿En el 2009?
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